Un grupo de amigos son encerrados y obligados a jugar al psicótico juego de un asesino.

 

Diseñé y ejecuté la transición estética de cinco de los seis personajes, pasando de maquillaje social a una caracterización completa con ojeras, moretones y efectos de sangre.

El trabajo se realizó en conjunto con un equipo de dos personas, colaborando estrechamente con el departamento de fotografía para un plano secuencia que culminaba con una salpicadura simulada de sangre hacia cámara, cuidando ritmo, continuidad y precisión técnica.